Sin título
Me duele ver la lluvia de horas
que cae hacia el fondo de la noche
sin haber diluido mi rostro con el sol
con las voces de ellos
puertas sin cerrojos
sí
amigos que nadan en el mismo laberinto
eso es un árbol sin raíces que llega a las nubes
Un grito que emana almas agonizantes
hace palpitar de miedo a las paredes de mis oídos
es el sonido de la luna
insulto su rostro estéril para olvidar
Los hilos oscuros de la madrugada me cubren
con su polvo de lamentos sangran los nidos de agua de mis ojos
explotan en dos coágulos de sangre y un pensamiento
escucho
sí
mi familia nace del corazón del sol
con una llamarada descubren los ojos de mi alma
Mi padre aparta del día las semillas de la noche
y mi madre cierra mis heridas con sus cabellos
Este hermano mío mueve las ramas del viento para darme aire
mientras mi hermana juega a construirnos una casa
donde compartir el día sin recordar la noche
Dios sonríe con el sol que brilla arcoíris
evapora la luna en una mano
derrite el rostro de la oscuridad
se despierta la luz del primer día.
Un cuervo
Un cuervo sollozante mira su sombra
ya no aguanta la divina voz omnipresente
que le reverbera el nombre de quienes deben morir
mi mente comienza a encontrar nombres enfermos o viejos
próximos a fallecer
así lo creo
el estómago se me deshace
en los ácidos del miedo
No seré yo quien aprenda qué es morir
observaré cómo la vida asfixia a los elegidos
tendré certeza de que el cuervo siempre regresará
Escapo de la existencia fantasma
voy de la sombra muerta a la materia viva
El tiempo se tapa los oídos
yo escondo mis palabras
algún día las vaporizaré
las haré esencia del aire
para incrustarlas ya sublimadas
sobre el niño rival de la eternidad
Cuando ese cuervo ya no escuche la voz
estará graznando dentro de mí.
Sergio Ramos Chávez. Pertenece al taller literario coordinado por Juan Manuel Rodríguez en el CIELA.
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25 diciembre 2010 en 9:06 PM
Saludos Sergio, me gustaría que publicaras más poemas.
FELICIDADES
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