“Corri più veloce del vento
il vento non ti prenderà mai
corri ancora adesso lo sento
sta soffiando sopra gli anni tuoi.”
(I Nomadi, L`ultima salita)
“Corre más veloz que el viento
El viento ya nunca te detendrá
Corres ahora, lo siento
Estàs soplando sobre tus años”
(Los Nómadas, La última salida)
A Marco Pantani
Los muertos del mundo, vamos por las calles buscando una puerta, una casa, un número que abra la boca, y deje que nuestros miedos encuentren refugio. Los muertos del mundo, alargamos las palabras, y las enviamos como aves lastimeras, a tocar el sonido interior de alguien, alguien que nos abra su casa. Los muertos del mundo, andamos rogando por una caricia, un pan, un pájaro en los ojos, andamos a veces también a gatas, buscando la puerta de salida… estamos detenidos en todos los espejos de esta vida, en nuestro cuerpo se transparenta la tarde, y todos se enteran del nombre de nuestros huesos. Los muertos del mundo, no sabemos a dónde esconder nuestra sonrisa ni nuestro dolor, llevamos el bolsillo lleno de culebras muertas, de sueños amarillos, de miradas muertas… los muertos ya no tenemos memoria, hasta olvidamos nuestro nombre y nuestra dignidad, nos llaman verticales, pero somos hijos del horizonte lejano, impregnado de gaviotas en vuelo… los muertos de este mundo, sabemos que el poema debe terminar, y debemos conservar una letra agonizante, un destello que nos devuelva del sueño, de la última salida.
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Ayer domingo
viajé con la muerte de la mano
(con mi eterna compañera).
En la carretera, estuve sincronizado con la vida y la morte
Un pedaleo, significaba un hálito de vida
pero, por otro lado, muchas personas lloraban por la muerte de un ser querido, amado
Yo llevaba todos esos cadáveres en mi pecho, pero, también la carroña de la carretera
la carroña del hueso sucio, empolvado y derretido a mitad del calor
del oscuro asfalto
Me viene «Lacrimosa » de mi querido Mozart
me vienen los `ángeles y marinos» de Morrison
me vienen, en fin, todos los muertos del mundo
Todos mis compañeros de viaje.
Por la tarde, el crepúsculo y mi ciudad casi muriendo
Desde las montañas se siente todo diferente
y en el diálogo nocturno con mis perras
puedo traducir el enigma de la luna entre nubes
el enigma de la vida, en el enigma del vivir y morir
en un suspiro… luego, entre espinas
todo será revelado….
Juan Manuel Rodríguez (Aguascalientes, Ags. México, 1968). Coordina talleres de poesía en el Centro de Investigación y Estudios Literarios de Aguascalientes, y en los centros de readaptación social para varones y mujeres en esa ciudad. Ha publicado textos en la revista Tierra Baldía y en suplementos literarios de Aguascalientes.
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