El Cafecito

El Otro que aparece, por Enrique Puente Gallangos

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Existe un ser que es por completo inofensivo. Cuando pasa bajo tú mirada, apenas lo has visto y ya lo has olvidado. Pero, invisible, llega de algún modo a tus oídos, se desarrolla en seguida allí, brota,  por así decirlo, y se han visto casos en que penetra en el cerebro y crece asolando ese órgano, de modo semejante a los neumococos de perro, que penetran por la nariz [….] Este es el vecino.

Rilke, Rainer María.

El deseo de un sujeto es el deseo del Otro, en otras palabras lo que desea un sujeto  está predeterminado por el gran Otro. El Otro que aparece en la vida del sujeto como un Dios, un Rey, un todo poderoso, absoluto y completo podríamos decir perfecto, sin errores. Otro que aparece como un tercero, un tercero que esta por encima de las relaciones reales del sujeto.

¿Qué es lo que está predeterminado por el gran Otro? Lo que está predeterminado es la Ley, Ley que ordena, que limita, que prohíbe la conducta del sujeto; ¿Qué es la Ley? La Ley es un espacio simbólico donde el sujeto encuentra sentido; un sentido como podemos ver predeterminado. No es lo que el sujeto quiera y desee, es lo que la Ley predeterminada por el Otro le ordenara al sujeto, le ordenara desear, le limitara y le prohibirá.

Con esta tesis tibiamente podríamos preguntarnos ¿Qué desea el sujeto? El sujeto no desea lo que de manera autónoma quiere porque su deseo ya está predeterminado, desea lo que el Otro le indicará lo que es deseable para él. Esto es bastante claro ahora; podemos decir que los deseos del sujeto, sus acciones y omisiones, ya han sido trazados o, más claro aún, la conducta del sujeto, buena o mala, permisiva o transgresiva, está trazada antes de que el sujeto pueda desear.

El apóstol Pablo, en su epístola a los romanos, describe cómo la Ley hace surgir el deseo de violarla. La Ley hace surgir al pecador, la Ley hace surgir al trasgresor; al igual hace surgir la Ley que reprime al inocente, la ley que reprime al santo. Permisiones y represiones son las dos caras de la moneda de la Ley; por supuesto  que estas permisiones y reprensiones no son simétricas, son totalmente asimétricas pero absolutamente concurrentes. Esta asimetría, está directamente relacionada con la violencia y la legitimidad que el Otro instituye en la Ley.

En las sociedades posmodernas podemos ver en sus normas sociales el rostro oculto del Otro, rostros tiránicos, totalitarios, monárquicos, democráticos etc. Normas sociales que permiten y reprimen, normas sociales que ocultan la verdad del deseo del Otro, normas sociales que ocultan el lado indecible del deseo del Otro. Lo indecible designa el espacio de lo radical, mentiroso, agresivo, asesino, estafador, despiadado, ladrón, falso del Otro. Lo indecible no puede ser razonado por la consciencia del sujeto, lo indecible no puede ser descifrado por los códigos y por las fórmulas científicas pero está ahí presente como sujeto, como prójimo. Un prójimo como el vecino, como vecino domesticado por completo inofensivo y un prójimo como vecino domesticador por completo peligroso, él mismo y  su opuesto. El Otro que aparece del lado del vecino domesticado por completo inofensivo se encuentra del lado decible y por ahora no será de nuestro interés hablar de él, pero el Otro que aparece del lado del vecino domesticador por completo peligroso se encuentra del lado indecible: de ese Otro que aparece vamos a tener que seguir hablando.

Continuará…

Enrique Puente Gallangos es Licenciado en Derecho, Maestro en Derecho Constitucional, Maestro en Psicoanálisis, Especialista en Psicoanálisis para Niños y Adolecentes y Master en Psicoanálisis y Prácticas Socio-educativas en FLACSO Virtual Argentina. Estudia el Doctorado en Derecho en CIJUREP, en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es además catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Regional del Sureste y de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

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